Lomas de Angelópolis y la falsa expectativa de superioridad.

Estamos en el centro de Santa Clara Ocoyucan, en marzo de 2021. El sol a plenitud, sus rayos quemaban a cualquiera que estuviera fuera de un domo metálico que protege la cancha de básquetbol de este municipio.
Dentro de la estructura había varias mesas y frente a ellas, decenas de filas de personas. En cada mesa estaba una enfermera, quien tenía la misión de aplicar las primeras vacunas contra esta enfermedad.
Al interior de las filas, corría el rumor que las vacunas pronto se acabarían, mientras que la división racial y económica entre la población era más que evidente.
Por un lado, estaban los oriundos de Ocoyucan, morenos (como el que escribe esta columna), con prendas de vestir sencillas y que llegaban al centro de vacunación improvisado sin el menor prejuicio.
Del otro lado estaban decenas de residentes de Lomas de Angelópolis, todavía sorprendidos de vivir en Ocoyucan. Sus rasgos físicos contrastaban con los verdaderos dueños de las tierras. Gente alta, blanca, de cabello rizado y con una expresión de incomodidad por compartir el deseo de ser inmunes con gente “humilde”.
Después de largas horas una señora, residente de Lomas de Angelópolis 3, desesperó. Le exigió a la jefa de enfermeras una fila exclusiva para quienes habitan este desarrollo inmobiliario. Claramente la enfermera se negó.
El pleito y el rechazo estaba cantado. Quienes juegan básquetbol todos los días en esta cancha, escucharon los gritos de la “güera” y la tregua terminó.
La molestia entre residentes y vecinos era una realidad. Quienes vivían en Lomas de Angelópolis querían ser tratados diferente. Mientras que, quienes alguna vez fueron dueños de esas tierras, los acusaban de invasores.
Aquel día fue un golpe de realidad para todos los presentes. El instinto de supervivencia hizo que los ‘ricos’ tuvieran que esperar por una vacuna a lado (literal) de los “pobres”. Aquel día fue un duro golpe de realidad para quienes viven y compraron una falsa expectativa de superioridad en Lomas de Angelópolis. Jamás olvidaré la cara de algunos residentes al darse cuenta de que sus casas de precios millonarios, comparten código postal con uno de los municipios más pobres del estado.
Afortunadamente la pandemia terminó, pero el clasismo y sentimiento de superioridad, quedará en el ambiente de aquella cancha.
La encuesta.
Si usted vive en Lomas de Angelópolis, ¿le gustaría ser vecino o vecina de la familia de un humilde policía estatal?