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Juan Lira, el foragido.

No cabe duda que en política no existen las coincidencias, ni las sorpresas. Existen los sorprendidos.

Hace apenas unos días se le vio a Juan Lira en terrenos serranos sin ningún remordimiento. Al “perseguido” excandidato de Fuerza Por México, se le notó contento en el informe del alcalde saliente del municipio de Tepango de López.

Lira Maldonado nunca dejó de sonreír ni de estrechar las manos. Saludó a todos, a políticos locales, líderes e incluso al mismísimo Secretario de Gobernación Javier Aquino.

Curiosamente el evento fue exactamente el día en que la Sala Regional del Tribunal Electoral de la Ciudad de México, corregía la plana al Tribunal Electoral de Puebla, para determinar el cómputo y reconstrucción de los resultados electorales en el municipio de Chignahuapan.

Quedaron atrás las imágenes de marinos y Guardia Nacional cercando el municipio de la Sierra Norte, en aparente búsqueda de objetivos clasificados por robo de hidrocarburo.

En el imaginario colectivo quedará sembrada la duda ¿qué paso realmente el día de la la elección en Chignahuapan?

Lo cierto es que el IEE quedó en evidencia junto con el Tribunal de Puebla, como un instituto que no tuvo la capacidad de salvaguardar una elección clasificada como foco rojo.

Digámoslo con todas sus letras, el polémico candidato de Fuerza Por México, le ganó la partida al Estado.

Las dudas saltan: ¿ganó realmente el pueblo de Chignahuapan?, ¿midieron sus fuerzas los gobernadores frente a un foragido al que hoy dejan a su merced la gobernabilidad de una ciudad?

Lo único cierto es que tristemente en política lo que menos vale es la palabra.

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