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La carrera de Lalo Rivera llegó a su fin.

Con el triunfo de Mario Riestra y Genoveva Huerta, todo indica que el Yunque vive sus últimas horas.

Las acciones de Eduardo Rivera no sólo ocasionaron que el PAN hiciera el ridículo en las elecciones pasadas, también que retrocediera 25 años, cuando el Yunque ganaba, aunque perdía.

Eduardo Rivera demostró que es incapaz de liderear a la oposición. Nunca tuvo un proyecto con visión estatal y a largo plazo. El hijo pródigo del Yunque se dedicó a ayudar con contratos millonarios a sus amigos de la logia y a las familias que lo integran. Lalo decidió poner a sus amigos por encima del partido. Pactó con el poder y emparentó con el sistema.

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Lo que nunca imaginó Lalo fue que la muerte no sólo se lleva el alma de las personas, sino también sus proyectos y sus secretos. Por el momento, Eduardo Rivera aseguró un lugar en la planilla nacional del PAN y una curul en la Cámara de Diputados para su esposa. Serán tres largos años de cuenta regresiva para la pareja que alguna vez soñó con gobernar un estado y adueñarse de un partido, pero que terminaron viviendo en la utopía de poder sin poder.

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