Nay Salvatori evita servicios públicos para no quitar espacios

En un país donde millones carecen de acceso a servicios básicos, una diputada local justifica sus privilegios alegando “empatía”. El caso de Nay Salvatori, legisladora por Puebla, ha generado una ola de críticas.
Durante una declaración pública, Salvatori aseguró que prefiere no hacer uso de hospitales públicos ni estudiar en universidades estatales, para “no quitar espacio a quienes sí lo necesiten”. En su lugar, asiste a la universidad privada Anáhuac y cuenta con un seguro médico particular.
La legisladora afirmó que, aunque visita hospitales públicos, lo hace solo para “trabajar”, no como usuaria. Según ella, el acceso a servicios públicos debe reservarse exclusivamente a personas con carencias económicas.
Estas declaraciones, realizadas desde una postura elitista, contrastan con la realidad de millones de mexicanos que no tienen más opción que acudir al sistema público, incluso cuando este colapsa por falta de insumos.
La diputada también subrayó que tiene un “canal directo” con el sector salud y que ayuda a quienes la contactan por redes sociales. Paradójicamente, se presenta como gestora de un sistema que deliberadamente decide no utilizar.
En lo educativo, repitió el argumento: “Me parece injusto ocupar un lugar público si puedo pagar uno privado”. Es decir, considera su privilegio una forma de solidaridad, cuando en realidad refuerza la segregación social.
Este tipo de discursos, normalizados entre representantes populares, evidencia la desconexión entre la clase política y la ciudadanía. Una realidad que se perpetúa gracias al acceso diferencial a la salud, educación y representación.
Lo que para algunos es “no quitar un lugar”, para otros significa reproducir la exclusión con retórica cínica.